La cultura que surge del impacto computacional
define un gran momento de cambio e innovación en el que el concepto de diseño
alcanza unas dimensiones y consecuencias muy radicales. Aparecen nuevas
identidades e instituciones. Una de ellas, el lab, ha hecho fortuna
como descriptor difuso de entidades muy diferentes, y también como depositaria
de exigencias democratizadoras ante los cambios actuales. Esta popularidad
reclama una cierta clarificación, pues el mismo concepto de “laboratorio” ha
estallado bajo el impacto de lo digital. Contrastamos estos nuevos labs con
los antiguos considerándolos desde los parámetros de la práctica tecnológica y
sus formas de innovación e investigación propias de la tecnocultura. Esto nos
permite identificar problemas y carencias de las nuevas organizaciones en lo
que respecta a la democratización de la tecnocultura. También nos ayuda a
detectar nuevas oportunidades de investigación en el cruce entre tecnología,
diseño y ciencias sociales.
las Nuevas Tecnologías de la Información, que ha tenido lugar en las últimas
décadas, puede ser comparable al de hace más de 100 años. Pero no sólo en lo
que a Economía e Industria se refiere, sino en todas las facetas de la vida. La
Cultura no puede ser menos.
La tecnología ha cambiado por completa nuestra forma de consumir cultura. Hasta
poco tiempo, el consumo de cultura era unidireccional; veíamos, leíamos y
asistíamos a lo que nos dictaban. Internet es el verdadero culpable de que ese
consumo sea multidireccional. Ahora, los consumidores son agentes activos, y no
meros espectadores. Ellos son quienes deciden qué, cómo y cuándo quieren ver
algo. De hecho, en los hogares, el centro de atención cultural ha dejado de ser
la televisión, para pasar el testigo al ordenador. Allí encontramos música,
literatura, exposiciones, pintura, arquitectura, artes escénicas… cuando y
donde queremos.
Las Nuevas Tecnologías son las que marcan las
tendencias en base a los gustos de los consumidores, cuando hasta ahora eran
los gurús de la moda los que dictaban esas tendencias. Podemos decir, pues, que
las Nuevas Tecnologías han democratizado las tendencias, porque son los
consumidores quienes deciden lo que debe triunfar.La tecnología cada vez es mejor, dando como resulta-
do robots y algoritmos más hábiles y capaces de llevar a cabo actividades que
requieren fuerza, precisión, pensamiento matemático, detección de patrones e
incluso atención personalizada, por lo que trabajos que actualmente son
desempeñados por personas serán automatizados en el futuro. Actualmente en
países como Estados Unidos y China, empleos automatizados en áreas que van
desde la manufactura hasta la medicina van dejando sin fuente de ingresos a un sector
importante de la población.
La cultura que surge del impacto computacional
define un gran momento de cambio e innovación en el que el concepto de diseño
alcanza unas dimensiones y consecuencias muy radicales. Aparecen nuevas
identidades e instituciones. Una de ellas, el lab, ha hecho fortuna
como descriptor difuso de entidades muy diferentes, y también como depositaria
de exigencias democratizadoras ante los cambios actuales. Esta popularidad
reclama una cierta clarificación, pues el mismo concepto de “laboratorio” ha
estallado bajo el impacto de lo digital. Contrastamos estos nuevos labs con
los antiguos considerándolos desde los parámetros de la práctica tecnológica y
sus formas de innovación e investigación propias de la tecnocultura. Esto nos
permite identificar problemas y carencias de las nuevas organizaciones en lo
que respecta a la democratización de la tecnocultura. También nos ayuda a
detectar nuevas oportunidades de investigación en el cruce entre tecnología,
diseño y ciencias sociales.
las Nuevas Tecnologías de la Información, que ha tenido lugar en las últimas
décadas, puede ser comparable al de hace más de 100 años. Pero no sólo en lo
que a Economía e Industria se refiere, sino en todas las facetas de la vida. La
Cultura no puede ser menos.
La tecnología ha cambiado por completa nuestra forma de consumir cultura. Hasta
poco tiempo, el consumo de cultura era unidireccional; veíamos, leíamos y
asistíamos a lo que nos dictaban. Internet es el verdadero culpable de que ese
consumo sea multidireccional. Ahora, los consumidores son agentes activos, y no
meros espectadores. Ellos son quienes deciden qué, cómo y cuándo quieren ver
algo. De hecho, en los hogares, el centro de atención cultural ha dejado de ser
la televisión, para pasar el testigo al ordenador. Allí encontramos música,
literatura, exposiciones, pintura, arquitectura, artes escénicas… cuando y
donde queremos.
Las Nuevas Tecnologías son las que marcan las
tendencias en base a los gustos de los consumidores, cuando hasta ahora eran
los gurús de la moda los que dictaban esas tendencias. Podemos decir, pues, que
las Nuevas Tecnologías han democratizado las tendencias, porque son los
consumidores quienes deciden lo que debe triunfar.La tecnología cada vez es mejor, dando como resulta-
do robots y algoritmos más hábiles y capaces de llevar a cabo actividades que
requieren fuerza, precisión, pensamiento matemático, detección de patrones e
incluso atención personalizada, por lo que trabajos que actualmente son
desempeñados por personas serán automatizados en el futuro. Actualmente en
países como Estados Unidos y China, empleos automatizados en áreas que van
desde la manufactura hasta la medicina van dejando sin fuente de ingresos a un sector
importante de la población.
ME ENCANTA
ResponderBorrarMUY BONIT, GRACIAS
ResponderBorrarFue muy útil, interesante. Gracias!!!!!
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarGRACIAS POR LA INFORMACIÓN
ResponderBorrarhermoso
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